Cuestión de peso
Cada persona tiene su peso saludable: es aquel que le permite disfrutar de un mayor nivel de salud y aprovechar al máximo sus capacidades físicas y mentales. Alcanzar y mantener este peso no siempre es algo natural, pues hay numerosos factores individuales y culturales que nos pueden desviar hacia el sobrepeso y la obesidad. Pero vivir con un peso sano es un objetivo alcanzable: se trata de aprender de una vez y para siempre cómo hay que comer y quemar calorías, disfrutando a la vez de los placeres de la comida y del ejercicio, aprendiendo nutrición y fortaleciendo la autoestima.
Comer bien
¡Nada más fácil!. Para ello hay que tomar de todo, ni mucho ni poco, sino lo justo para mantener el peso dentro unos límites saludables, y tener presente que sólo la mezcla de muchos alimentos en la dieta, sin privarse ni abusar de ninguno, garantiza una ingesta equilibrada de los seis grupos de nutrientes: proteínas, grasas, hidratos de carbono, vitaminas, minerales y agua. Comer bien, resumiendo las leyes de la nutrición, viene a consistir en comer lo más variado posible y ni más ni menos que lo justo para mantener el peso adecuado.
Dietas de adelgazamiento
Cuando se quiere adelgazar, lo más natural es perder esos kilos de más de la misma forma que se han puesto, es decir, lentamente, durante meses e incluso años. Y es que está comprobado que no hay dietas ni remedios mágicos para adelgazar. La única dieta segura de adelgazamiento es la que supone un cambio de hábitos alimentarios de por vida, para no caer en la trampa del ahora adelgazo y después engordo para luego volver a adelgazar.
El problema no reside tanto en ignorar estas ideas básicas como en la dificultad de ponerlas en práctica. Quizá por eso tanta gente sucumbe ante la presión social de la figura esbelta y se agarra con urgencia a un clavo ardiendo. Y así es como se crean camelos como el de las cremas que disuelven la grasa como si fuera un lavavajillas, cuando la grasa del cuerpo sólo se gasta como combustible. O confía en perder un kilo diario de grasa con determinada dieta mágica, cuando ni con un ayuno completo se consigue quemar este peso.
Publicidad engañosa
Todos los remedios mágicos prometen dos cosas: rápida pérdida de peso y mínimo esfuerzo. Pero las prisas son el peor enemigo del adelgazamiento pues inducen a consumir productos que prometen lo imposible o a seguir dietas estrafalarias. Como han denunciado las asociaciones de consumidores, la espirulina, el quelpo, la lecitina, la jalea real, la lana de algodón modificada, los chicles mágicos y tantos otros productos sencillamente no funcionan.
Ningún alimento adelgaza
Una de las nociones básicas para quien quiere perder peso es que no hay alimentos adelgazantes. Como decía el nutriólogo Grande Covián, los únicos alimentos que adelgazan son los que se quedan en el plato. Los alimentos "light' y los platos ligeros pueden ayudar a adelgazar, pero solo cuando reemplazan a otros de mayor contenido calórico. Porque lo que de verdad importa para adelgazar es que la dieta aporte menos calorías de las consumidas con la actividad física. Y para conseguirlo no hace seguir ninguna dieta estrafalaria, como esas monográficas a base de sopa, fruta o carne, sino simplemente tomar una dieta hipocalórica, reduciendo las grasas y asegurando un aporte adecuado del resto de los nutrientes. Las dietas más estrafalarias son las menos recomendables porque son las menos equilibradas.
La vía más segura
Al margen de las dietas estrafalarias y del ayuno total, hay una tercera vía, la más recomendable por su seguridad y eficacia a la larga, que es adelgazar sin prisas, aprender nuevos hábitos alimentarios y procurar mantenerlos de por vida. Se trata de aprender a comer menos, especialmente menos grasas, pero sin especiales restricciones. Siguiendo esta tercera vía uno aprende a que no tiene que renunciar al placer de la mesa, porque es posible disfrutar de todos los alimentos en su justa proporción; que el sabor de las grasas no es el único placer posible; que la cocina ofrece infinitas posibilidades de satisfacer el paladar sin llenarse de calorías. Para adentrarse por este camino hay que cogerle el gusto a la cocina sana y aprender unos hábitos de vida saludables que pasan obligatoriamente por el ejercicio físico cotidiano. Las posibilidades de ejercitar el cuerpo son tantas que no es difícil encontrar la que mejor se adapta a los gustos de cada cual. Esta vía es sin duda la mejor manera de acabar para siempre con la obsesión del régimen.
Unidad de Nutrición Clínica del Complejo Hospitario Ciudad de Albacete
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