Será mayoritariamente prótido-lipídico, y por lo tanto salado.
Puede estar compuesto de jamón, bacon, queso o también
huevos (revueltos, pasados por agua o al plato). Es
un típico desayuno anglosajón, con la diferencia de que en
la Fase I, más vale abstenerse de consumir glúcidos para
evitar un aumento del riego cardiovascular (ya que las grasas
son mayoritariamente saturadas) mediante un aumento
de la insulinemia que favorecería el almacenamiento de
estas grasas nocivas.
Así que nada de tostadas aunque el pan sea integral.
Es la fórmula ideal cuando estamos en un hotel en el que
el pan rico en fibra y los cereales sin refinar no abundan,
o también durante el fin de semana, cuando disponemos de
poco tiempo para su preparación.
En cambio desaconsejamos este desayuno a aquellos que
desean dedicar la mañana a practicar deporte, ya que la ausencia
de glúcidos en este desayuno prepara poco el organismo
para efectuar ejercicios físicos intensos.
Sin embargo es importante que sólo sea una excepción
ya que es muy rico en grasas saturadas.
Incluso hay que puntualizar que está del todo contraindicado
para aquellos que sufren hipercolesterolemia o problemas
cardiovasculares en general.
Debido a que este desayuno tiene pocos glúcidos, a excepción
de la lactosa de la leche y del eventual yogur, será
conveniente, para obtener un equilibrio alimenticio, tenerlo
en cuenta en las elecciones que haremos a lo largo
del día.
Esto significa que las otras comidas del día deberán ser
ricas en glúcidos «buenos» y pobres en grasas malas (saturadas).
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1 comentario:
Nosotros consideramos que el pan en una dieta es bueno, mejor integral, y evidentemente sin abusar. Si eliminamos totalmente de la dieta alimentos que nos gustan, entonces lo pasaremos mal y la dieta estará condenada al fracaso. Repito: pan sí pero con moderación.
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